viernes, 24 de junio de 2005

Agua va

Se necesitaban diez mil pétalos para sacar dos pequeños frascos de la esencia de una planta en la Francia republicana. Que probabilidad hay de que alguno de nosotros respire de verdad a lo que olían las flores, sabían las comidas o se veían las mujeres. Hoy son químicos, mutaciones o silicona lo que se consume.

viernes, 17 de junio de 2005

Cagatintas

Cuántas vidas vivimos? Cuántas veces morimos? Dicen que cada uno de nosotros perdemos 21 gramos en el exacto momento de la muerte. Todo el mundo. Y qué tanto cabe en 21 gramos? Cuánto se pierde? Cuándo perdemos 21 gramos? Qué tanto se va con ellos? Qué tanto se gana? 21 gramos, el peso de 5 monedas juntas. El peso de un pájaro cantor. Una chocolatina. Qué tanto pesan 21 gramos?

viernes, 10 de junio de 2005

Desfacedor de entuertos

Que yo recuerde desde Ulises todos extrañan algo que han perdido: el hogar, una mujer, un hijo, la fortuna o el reconocimiento. No recuerdo que hice ayer, sufro una larguisima amnesia infantil, y sin embargo, extraño muchos pasados en los que no viví.

Los grandes personajes con un pequeño trauma, una adicción, un resentimiento o una profunda ceguera logran forjar una historia que logra perdurar. No soy dado a las biografías y nadie ha tenido una vida lo suficientemente ejemplar como para desear haberla vivido. No sueño con vivir la vida de nadie sólo que cualquier época parece más interesante que esta.

Son las mismas ensoñaciones que siempre suceden cuando termino una novela, paso la última hoja, cierro las tapas y volviendo a la realidad me siento defraudado con esa lámpara alógena que me da en la cara. Será que sólo en las novelas las cosas parecen edificantes (Aristóteles diría que sólo así debería ser) tan envidiables y atractivas.

Antes se vivía para respirar no se respiraba para vivir. Se blandía la espada para seguir vivo otro día. Con la cara llena de cicatrices y la garganta adolorida de jurar por Dios o por quien fuera defendiendo la hidalguía o sólo a la madre mentada.

Si había valor o miedo, cada expresión de la cara manifestaba sin máscaras lo que se sentía o pensaba. Los libros cuentan de hombres con profundos problemas sicológicos a los que les valía un ardid si el alma estaba en el cerebro o en el corazón. Cuentan de épocas en que se luchaba por un rey por una religión, por comprender cosas que estando ocultas permitían que Verne escribiera tan bien.

Han habido guerras siempre, son como el alma de la humanidad. Y en las historias siempre han habido inconcientes, fanáticos, prostitutas, héroes, mártires, santos, mujeres hermosas, sabios, dictadores, cobardes, valientes y lucidos. Pero es ahora cuando todo parece tan bajo, tan ruin. Por qué esta época es tan poco poética, tan poco romántica.

Es una triste historia que no menciona a la gente que no tiene esta noche ni un mendrugo de pan para comer. Cómo vivir sin un burbujeante y aromático baño de agua caliente con chorros de agua para eliminar el estrés. Me quejo sólo para contrarrestar esa velocidad que agobia a veces, de ese mundo que lo mide todo con las metas triunfadoras del vecino.

viernes, 3 de junio de 2005

Soldaditos de plomo

Probablemente las personas que dicen que todo tiempo pasado fue mejor no tienen en cuenta que antes no había acueducto, medicinas o fibra óptica. Yo lo recuerdo cada vez que leo sobre la España del siglo XVI, y aún así hay cosas que me hubiera gustado ver u oler sin la sombra de los edificios o el hedor del humo de los autos.

Nos alejamos los unos de los otros perdiendo la memoria por aquella época en la que de verdad conocíamos a las persona y a las cosas. Con suerte Jean-Paul Belmondo nos recuerda que las lágrimas purifican y con todavía más suerte que esa combinación de unos y ceros en un disco compacto es Händel.

Cada ser humano se enfrenta a decisiones sobre la conveniencia de caminos que toman la vida. Aún en la hoguera se podía decidir si abjurar o morir con honor pero no se decide sobre el tiempo en el que se nace. Decidir por la fuerza de los hechos o con plena planeación de ello no importa, pero ser concientes que de esa cadena de encrucijadas resueltas es lo que configura lo vivido no nos devuelve el pasado como lo hace la memoria.

Un hombre cualquiera como analogía superlativa de esa persona eterna suspendida en el tiempo y que decide el destino, que con o sin trueno han de llamar Dios, también se planta ante disyuntivas que cambian el sabor del vino. Lo imagino diciendo: “65 millones de años son demasiado para unos reptiles”, “una ideología fanática y ocultista debería gobernar el pensamiento de occidente”, “La guerra modela la historia”.

Que nos ha traído hasta aquí, hasta donde estamos, las decisiones de quién o de qué nos han hecho tan modernos.

Ya no podemos batirnos en la calle con floretes con un hijo de tal por nuestra nobleza, ya no podemos cortejar a una dama con poesía tribal y anónima, ya no podemos naufragar en una isla perdida, ya no podemos ver girar el centro de un girasol y creer que es magia.

Obviamente no decidimos nacer hoy y las ensoñaciones románticas de paisajes pastoriles o ermitaños terminan por hastiar con la velocidad con que se describen.

El cerebro no deja de pensar, no ya para inventar curvas que expliquen el universo sino para ver televisión y videojuegos. Seguramente somos más racionales que un campesino en el mediterráneo románico, pero el mundo actual obliga a parecer estúpido en casi todo por lo difícil que es ser lógico en la mitad de las cosas.

El mundo moderno asquea y atrae como el Snurff que consume Fry en un capítulo de Futurama, es jackas en MTV, es CNN en prime time. Estar a gusto hoy es morboso, sádico, caníbal.

Quien admira el presente y es conciente de ello vive de la ciudad, adora mirar al cielo y buscar entre rascacielos la luna y las estrellas. Pienso que si no hubieran tantos trebejos que nos distrajeran de las cosas que realmente importan, que alimentan el alma, no sentiríamos nostalgia de la belleza que perdimos, de lo que no vemos de esos claros en el bosque que ni los poetas pueden ya encontrar para revelarle a los demás lo que intentan transmitir los ángeles.

La nostalgia es por lo que ya no está y si el pasado parece memorable es porque el presente parece no serlo.

Si nos atrevemos a decir que nos indigesta el presente no es por la cantidad de aparatitos y entretenimiento superfluo que inunda la vida diaria sino por lo que el hombre ha llegado a ser por el contacto con ese mundo vano y prostituto que sólo deja tiempo para soñar con mujeres desnudas tomando vodka en un Mustang Shelby 57 con un cigarro humeante en la mano izquierda.

 
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