viernes, 26 de agosto de 2005

Achis-in

La mejor escuela para un psicópata es una fila.

Obvio que aspectos como los traumas, los desengaños, el rechazo, la situación económica, etc, tienen que ver. Pero el paso definitivo para notar que la vida de los demás no vale la pena se da haciendo fila.

Existen variantes como tomar el turno de un fichero electrónico y ver como lentamente se acaba la vida y el único que no la aprovecha es uno. En mi opinión es menos humillante que el semáforo cambie pero igual de exasperante.
Hay etapas, como en todo: primero sopesar si vale la pena esperar o si alguien le puede guardar el turno para irse a tomar un café (aunque si el día es aciago el regreso será lo suficientemente tarde como para haberlo perdido). Luego de examinar la parte posterior de los que están delante el cerebro busca alguna entretención: como escuchar las conversaciones ajenas (que giran casi siempre sobre lo mal que está el país o lo acabada que está Sofía Vergara), jugar con el celular o espiar las depresiones ajenas.
De pronto una viejita tarda más de la cuenta llenando un formulario o preguntando si aquí si es y es cuando el reloj parece devolver sus pasos.
Imagino la huella de detrimento que deja en el PIB del país el tiempo desperdiciado en una antesala.
Porque es que se puede escribir un capitulo de una novela rusa con cada oportunidad en que la burocracia obliga a los humanos a parecer insectos (Kafka). Y es que los egipcios lo hacían para recibir el grano cuando el nilo estaba bajo pero a quien no se le ha ocurrido rebanarle la cabeza a esa persona que está detrás del estrado. Por situaciones como estas es que se escribió Taxi Driver o El Extranjero.
Debe haber alguna ley que rebaje penas por ira ante un funcionario con algún síndrome de idiotez, además de hacerle un favor por acabar con una vida frustrada metido en un cubículo repitiendo miles de veces algo que ni entiende.
Alguien debería poner el ejemplo y hacerlo.

viernes, 19 de agosto de 2005

El tintineo del agua

No se muy bien si es baja autoestima sentirse bien con tan poco, pero es una disquisición lógica que surge cuando tengo una larga lista de cosas superfluas que me hacen sentir bien.

Por lo mismo, me contradigo cuando digo que sólo si se sueña en grande se obtienen cosas grandes.

Yo quiero cambiar el mundo, y las cosas no mejorarán a menos que cada ente del universo vibre en armonía con el resto que lo rodea.

Me gusta pensar que todo está relacionado con todo, en busca de equilibrio, que lo más nimio contribuye a que el mundo siga girando.

viernes, 12 de agosto de 2005

Proporción áurea

Casi nada de lo que somos es consecuencia de lo que nos enseñaron. Unas veces por causa y otras por consecuencia de lo que odiamos o queremos. Eso que se refleja en el espejo es el resultado de cada suspiro, bocado, resfriado, desilusión y cortada que vivimos; de cada sonrisa, abrazo, chocolate u olor que recibimos.

Y entonces por qué las niñas quieren parecerse a Shakira cuando sólo ella pudo parecerse a ella, cuando el tiempo sólo pudo manifestarse de esa manera en su cuerpo y en su mente.

Pero luego, cuando la niña no puede tener 55 de cintura y 95 de busto surge la mano amiga del mercadeo para venderle cuanta manera exista que por medios quirúrgicos lo logre.

Por qué los deseos propios tienen que ser tan parecidos a los de los actores de cine, deportistas o cantantes. Heredamos tantas ausencias que cualquier logro es tan pequeño.

Afortunadamente existe el Baloto, el horóscopo y las tapitas gratis que dejan la oportunidad de soñar con lo que pudo ser si se hubiera tenido suerte.

viernes, 5 de agosto de 2005

Ya sabéis sin que os lo diga

Así como la capacidad de sorprenderse se va atenuando conforme los computadores abren un espectro cuyos límites son evidentemente la imaginación; también la capacidad de horrorizarse.

Intentar entender la naturaleza de la muerte es una cuestión de estadísticas, estar actualizado es poder quitarle el rostro a los muertos y contarlos por razas, por géneros. Pero es que es muy jodido personalizar cada uno de los seis millones de muertos del holocausto.

Todo parece indicar que para que un crimen absurdo nos llame la atención necesita ser novedoso porque si se repite la fórmula homicida inevitablemente se convierte en un deja vu sin relevancia.

Es como leer el último libro de Hawking e intentar sentirse egocéntrico. El sueño de despertar en medio del océano y lamentarse por no volver a ver la "Habitación en Arles" de Vang Gogh.

 
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