viernes, 27 de abril de 2007

Tales

Aunque nadie lo recuerde, durante un periodo de nuestras vidas apenas si sabíamos respirar, pasamos lentamente de ser unos babosos dependientes de afecto, comida y cuidado a unos adultos con las mismas necesidades más sofisticadas. Duramos más que ningún otro animal aprendiendo lo suficiente para ser autónomos y aún más conociendo lo que no se sabrá.

Tener la conciencia existencial de que la combinación de experiencias, azares y oportunidades moldea de manera única a una persona permite entender la necesidad de especializarse.

Y llega el día en que dos personas paradas frente a una obra maestra reconocida por miles como tal sienten un estremecimiento, una porque esa mezcla de argumentos culturales logra hallar múltiples conexiones, la otra sin tanto perendengue siente lo mismo, sin entender muy bien porque la belleza lo agrede sabe algo sin nunca haberlo aprendido.

viernes, 20 de abril de 2007

Del parpadeo de un robot

Nuestro cuerpo responde antes que la mente ante estímulos rutinarios o de los que dependen la vida. Pese a ello, se exagera la petición social de pensar antes que actuar. No siempre la razón configura los hechos sino que las sensaciones arrastran los sentidos por senderos inesperados y la mayoría de las veces placenteros. Porque si bien le tenemos miedo al cambio lo inesperado moldea mejores experiencias.

Deseamos tantos objetos cuando al final lo único realmente propio son los recuerdos, viajamos en el tiempo reconstruyendo lo que creímos vivir y planeando lo que nos falta, trasladamos lo que somos hoy tanto al pasado como al futuro porque esa conciencia de sí mismos es más importante que la información para sentirla nuestra.

El tiempo no es oro, no es únicamente ese vector que avanza sin predicamentos en pos de nuestra muerte. Si la vida igual con cada respiro se está yendo por qué cargarla de complejidad y cosas que no nos gusta hacer, Gozar de las cosas sencillas se lleva nuestro aliento lentamente, cada cosa que hacemos es valorada en una dimensión que sólo nos importa a nosotros.

viernes, 13 de abril de 2007

Islas del cielo

Claro que ese cúmulo de información genética que recolectamos durante miles de años determina gran parte de nuestros intereses sobre todo los que garantizan nuestra supervivencia, además de los años de historia moral y formación religiosa que completan los vacios necesarios para una vida en sociedad y una manera de que esos instintos básicos se mantengan a raya.

Pero ese fuero interno que logramos perfeccionar en nuestra adolescencia funciona sólo en situaciones más o menos predecibles o normales con respecto a la expectativa, lo que hacemos en condiciones exageradas es material de la televisión de realidad y las comunidades en Internet. Sin embargo, no siempre las personas van en contra de sus principios porque el argumento los obliga, a veces la gente roba, viola o asesina por aburrimiento, porque tantos años de historia sólo le sirven para saber que la historia no le sirve para nada (si me permite Hegel).

viernes, 6 de abril de 2007

Sparks

Sé que es un paralelo extraño y que tal vez pueda ofender a alguien pero es de lo más inocente: Internet es un ejemplo de lo que sería el mundo sin un dios o mejor dicho sin el control de las religiones.

Nuestra vida en sociedad está armada sobre unos patrones de comportamiento que no sólo están controlados por las leyes sino que nosotros mismos inhibimos ciertos comportamientos que nuestra moral nos restringe. En la red nada de eso sucede, el anonimato permite que cualquiera haga lo que quiera y cuando quiera, en la medida en que la gente logra desdoblar su personalidad y crear un ente virtual lo hace para manifestar lo que en la realidad su código le prohíbe. Y no sólo se trata de sexo, tiene que ver más con la clase de información que no se nos ocurriría buscar en una biblioteca pública, la clase de personas con las que conversamos en el trabajo o los artículos que compramos en el supermercado.

Cuando las personas ocultan su verdadero rostro se dan cuenta que no es necesario esconder nada y ante la falta de estímulos emocionales serios (una mirada por ejemplo) las interacciones se arman a partir de malentendidos, de impulsos rebeldes y de lo que se envía sin pensar en las consecuencias.

 
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