viernes, 28 de diciembre de 2007

Sibonei

No sé si sea el efecto residual de tanta película navideña o que con tanta celebración a media noche he recuperado el insomnio, pero no puedo evitar pensar que si para algo sirven estas fechas es para desalentarse y no por no poder comprar todo lo que parece obligatorio sino por ver la manera como la gente tiene que programar en su agenda cuando hacer manifestaciones de afecto.

En un día cualquiera del resto del año esas personas que se cruzan a nuestro paso sólo son el entramado de algo estático que son nuestros deseos. Entonces la intensidad de la relaciones es medida por la capacidad de satisfacer nuestras expectativas. Estamos obsesionados con la intensidad de todas las experiencias hasta el punto de agotarlas. Nos volvemos adictos a un conjunto de emociones que luego el vínculo químico nos impide abandonarlas y como existe la posibilidad de sentirse bien por comparación, ubicándose en un índice porcentual siempre va a haber alguien en peor situación y en contraste todo anda bien.

No es un elogio a la amistad ni a las redes sociales sino a hablar cara a cara. Frenar, detenerse, y sinceramente interesarse por la vida del otro, no para comparar, juzgar o intervenir sino para sentirse conectado no como en facebook sino de verdad. Nada reemplaza las relaciones humanas y cuando a uno le interesa alguien lo busca así ya no comparta nada con él.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Fronesis

Para la persona común y corriente que vive creyendo que la inspiración no va con ella es porque no intenta aprender del mundo. Está hipnotizada con el montón de trebejos de la vida moderna. Se frustra por lo que dicen que debe tener y no consigue, cree vivir en la mediocridad y se rinde. No deja salir a la superficie esa cualidad natural por el misterio, por saber que hay algo por debajo de lo que ve.

Deja que pase el tiempo y después de diez años espera que su vida sea totalmente diferente, pero en el fondo subyace un entramado que siempre se mantiene y cree que no lo puede reemplazar porque se siente hecha de esos detalles específicos.

Cree que el mundo es un escenario lleno de cosas que siempre están allí incluso si dejara de existir, pero no son más que posibilidades que se configuran con la experiencia particular incluso simultáneamente en el tiempo si simplemente las recuerda.

Al cambiar las ideas cambian las elecciones y estas al cambiar modifican la vida; para algunas personas es simplemente como cambiar de cereal: determinan la realidad mientras la observan, entienden que el mundo es un conjunto de franjas potenciales de realidad hasta que son elegidas.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Huneker

A medida que la gente envejece se va dando cuenta de que con el paso del tiempo un cerebro más maduro se va adaptando a las condiciones que va imponiendo el entorno porque lo considera ya aprendido. Es como cuando tenemos mucha hambre y aguardamos en el restaurante un plato enorme rebosante de comida, pero vemos cómo se acerca una modesta versión de lo que esperábamos con la predestinada conciencia de que va a ser necesario luego un postre o algo más, sin embargo, a medida que los ojos pierden autoridad frente el paladar entendemos que la porción era justo lo que nuestro cuerpo requería, ni más ni menos. No es que el cuerpo quiera menos o que la mente se halla convencido de ello, es que ha modificado su deseo a medida que se da cuenta que la satisfacción no se hace de cantidad. Evoluciona, lentamente deduce que nada es lo que parece.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Joulupukki

La finitud de la vida misma nos confirma el hecho de que nada dura para siempre, sabiendo esto por qué es tan difícil vivir las tristezas con la absoluta conciencia de que tarde o temprano acabarán y de que algo bueno dejarán, así como también lograr vivir las alegrías con mucha fuerza antes de que efectivamente lleguen a su final.

Por supuesto que el conocimiento de estos temas no garantiza que nos volquemos sobre la infelicidad con ahínco y que no dejemos pasar los buenos momentos sin inmutarnos.

Cuando se es más joven es común concentrarse en los aspectos negativos de la vida, en que todo parece una sin salida o puede mejorarse; luego esas mismas cosas parecen oportunidades y al reconocerlas se viven lentamente, degustándolas, saboreándolas, dejando la mitad para el otro día para no perderles gusto, para alargar su deseo.

 
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