viernes, 25 de enero de 2008

Pinta monas

Pasa que nos creemos imperfectos, físicamente elaboramos estereotipos de belleza, longevidad y resistencia que no se pueden alcanzar; espiritualmente fabricamos dioses con todas las características mágicas que soñamos; cuántica y religiosamente construimos emociones y razones para ratificar nuestra fealdad.

Encontramos a lo largo de nuestra vida una multitud de defectos tanto en nuestro cuerpo como en nuestra personalidad que comparativamente con otros no logran satisfacer la media universal y pasamos toda la vida intentando cambiarlos. Y como algunos de esos elementos son el esqueleto de nuestro ser los vemos como una incapacidad detrás de la cual sustentar nuestros miedos.

Uno de los complejos más extravagantes del ser humano es el de sentir que le falta algo, algo que se encuentra allá afuera y que debe hallar en el lapso de una vida, pero al final (y a veces sin lograrlo) se da cuenta que no estaba incompleto, que todo estaba dentro suyo y sólo hacía falta verlo.

viernes, 18 de enero de 2008

Pong

Qué sentido tendría si todo esto acabara, si todo terminara con la muerte. Porque desde que nacemos hasta que colocamos por última vez la cabeza en la almohada aprendemos (a sentir, a pensar, a ser lo que somos) y sería decepcionante si no tuviera otro fin que la descendencia. Los vivos temen que esto se acabe y los muertos que vuelva a comenzar. Es como esas partículas que siempre flotan en el aire esperando ser vistas a contraluz cuando alguien en el cine mira hacia arriba. Vivimos muchas muertes a lo largo de la vida para volver a comenzar, sobrevivir a cada cambio es un despertar hasta que llega el último. La vida debería ser la prueba de que algo más allá va a pasar.

viernes, 11 de enero de 2008

Ménades

Todas las cosas buenas de la vida son ilegales, inmorales o engordan. Esto es especialmente cierto con los postres, ya sean de sal, dulce o agridulces, con grasas trans, light o bajos en carbohidratos, de restaurante o hechos en casa logran generar ese placer culpable, esa euforia gratuita de lo efímero.

Y hay un ingrediente que produce miles de sensaciones diferentes para cada paladar, con gustos dulces y delicados, fuertes o suaves, picantes o ahumados, recios, moderados y ácidos y entre cada una de estas diferencias toda una gama de combinaciones únicas. Nombres como emmental, camembert, roquefort, gorgonzola, parmesano, cheddar, colby, edam, gouda, provolone, reggiano, pecorino, gjetost, mysost, mozzarella, brie, muenster, brick, requesón, ricotta, feta, crema, stilton, danablu, blue, que los ojos no ven pero que el cerebro reconoce con sabores y olores distintos, causando en el comensal desconcierto y con suerte admiración.

viernes, 4 de enero de 2008

Алексей Пажитнов

Sólo cuando una persona logra satisfacer sus necesidades más básicas como la comida o la vivienda puede pensar en entretenerse, porque mientras unos ocupan su tiempo consiguiendo el sustento otros han convertido el ocio en la medida del bienestar.

Es así como dentro de las sociedades adineradas está creciendo una generación a la cual le aburre la realidad, que busca vivir una simulación donde las personas son contrincantes y los edificios y las calles los escenarios, una realidad aumentada sin interacciones directas mediada por los controles de una consola.

Pero qué son exactamente esas imágenes que titilan en una pantalla, sólo representaciones simplificadas de lo que el hombre ya no está obligado a hacer para sobrevivir: destruir, construir, luchar, huir?

Aunque la tradición de jugar con cubos de madera y carros de latón significaba lo mismo, la era del video convierte a esos seres en nativos digitales, que se presuponen más genios que antes y que ven la vida como un juego. No se puede decir que esta sobrecarga de falsedad es la única culpable de que los niños se vuelvan sicópatas, el hecho de que no parpadeen ni siquiera mentalmente tal vez sí.

 
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