viernes, 10 de julio de 2009

Afinando pianos

Pasa con algún libro que por alguna razón, con la sola sonoridad de su título o con el nombre de su autor sabemos que nos va a cambiar la vida. Se vuelve una obsesión conseguirlo y cuando al fin se tiene entre las manos resulta un engolosine tal que en los dos o tres primeros intentos es imposible continuarlo hasta el final. Solo después de un tiempo, cuando la mente y el espacio se concitan en una emoción devoradora, es preciso detenerse en cada palabra, atesorando con emoción cada ficción como una parábola; como si los personajes estuvieran más vivos que la vida, como si la realidad fuera más trivial que lo recreado. Al final, cuando las páginas se agotan la extinción del sueño se cierne como una amenaza a la fantasía.

 
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