viernes, 28 de marzo de 2008

Dita Von Teese

Un día ingresas al cine con toda tu familia y lentamente te abandonas al absorbente ambiente de ese maravilloso espectáculo, pasan los segundos y la fantasía llega a ser tan fascinante que olvidas lo que dejaste afuera, comienzas dudando sobre la diferencia entre lo que ves y lo que recuerdas y cuando las imágenes se solapan a lo que fue esto se convierte en tu realidad y no sales a la verdadera no porque no puedas sino porque no quieres, esto para ti se transforma en tu vida y todo lo demás no tiene sentido.

Sólo unos cuantos se paran de la butaca e imaginan algo más interesante, se encuentran afuera y disfrutan del mundo real. Los que controlan la proyección, sin embargo, temen el colapso de su estilo de vida e intentan acallar las voces disidentes y cuando lo logran nadie escucha porque están demasiado pendientes de la siguiente charada, del siguiente desmadre sicodélico de publicidad.

No es un sueño dentro de un sueño, ni la visión de un mundo controlado por maquinas que nos usan como baterías. En únicamente la clase de vida que lleva la mayoría de personas que sigue creyendo que un señor con barba blanca metido entre las nubes perdió a su único hijo, un carpintero hippie por nuestros pecados, que sigue entregando su libertad a un estado que lo único que desea es obediencia, que es incapaz de apagar la caja de tubos, dejar de comprar y engordar.

viernes, 21 de marzo de 2008

Mardi gras

Debe ser nuestro pensamiento lineal que en aras de asimilar más conocimiento prefiere ahondar en las diferencias como si de ellas surgiera la esencia de las cosas. Parece más fácil separar a las personas por edad, sexo, inteligencia, religión, raza, clase, etc. Incluso cuando salen a flote las semejanzas nuestro torcido juicio de belleza las evade. Es más sencillo odiar una cantidad enorme de personas metiéndolas en un saco de prejuicios y estereotipos que amarlas por un reducido número de contradictorias y demoradas individualidades.

Sin embargo, cada tanto cuando nos damos la oportunidad, profundizamos con sorpresa en los demás y vemos con horror que ese edificio de clichés en el que hemos armado nuestra manera de relacionarnos tiene problemas. Entendemos que nuestras infancias y sueños se parecen. Tal vez haga falta más de una vida para llegar a creer que todos somos un sólo organismo pero vislumbrarlo apenas serviría para entender que con un alto poder de abstracción todos deseamos lo mismo.

viernes, 14 de marzo de 2008

Koan zen

No importa que tan jodidos nos sintamos, siempre hay alguien incluso más perspicaz que logra hacernos ver exagerados o simplemente egoístas. No se trata del locuaz recurso de sentirse bien por comparación ni la manifestación más superficial de una persona con trastorno bipolar, es más una mirada a esa capacidad tan especial de sentirnos vacios, como si fuéramos una cáscara hueca que oculta lo que no existe.

Todo empieza cuando desconocemos las reglas básicas para entender los sentimientos que los demás esperan poner a rodar, entonces se desarrolla una suerte de simulador que aprende a esquematizar los movimientos adecuados para que parezca que hay algo adentro, pero como no existen precedentes aparecen errores que permiten perfeccionar el sistema, entendiendo que todos somos una fachada escondiendo cosas desagradables, lo aceptamos y nos damos cuenta que las cosas son más complicadas que la dicotomía entre vacio y lleno porque se puede estar lleno de porquería y vacío de apegos y es allí donde la visión de la tranquilidad se ve limitada. Es como si apuntáramos con la boca abierta hacia el cielo lluvioso esperando que nos ahogue y las gotas esquivasen tanta responsabilidad. No hay que olvidar que lo que es basura para un hombre es un tesoro para otro. La cuestión es aceptarnos sin importar que tan monstruosos seamos.

viernes, 7 de marzo de 2008

Un instinto fauvista

No importa que tan inteligentes nos creamos, siempre hay alguien incluso más joven, que sacrificó un poco más de horas frente a la televisión, embriagándose de libros y no de alcohol, absorbiendo letras y no humo, alguien a quien muy temprano le fue impuesto un camino y nunca puso mucho problema en ello, incluso lo llegó a disfrutar. Pese a todas esas frustraciones en el campo social logra liberar la suficiente cantidad de endorfinas cada vez que logra poner en evidencia todo lo que sabe para ocultar las decepciones. Y es allí donde piensa que tanto sacrificio vale la pena, donde puede recoger los frutos y ve una especie de lógica en la vida en donde cada cosa sucede por una razón. ¿No será que el mundo y lo que acontece es tan horrible y representa una experiencia tan traumática que cualquier claroscuro que perfila la fealdad parece todo un oasis de gratificación cuando no es más que un sutil contraste que el destino dibuja para hacer énfasis más imponentes en la tonada lúgubre tradicional?

 
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