viernes, 26 de octubre de 2007

Queretaro

Existe una natural tendencia por en un momento dado colocarse del lado de los perdedores, ya sea cuando una humilde anciana se enfrenta contra una multinacional o cuando un mediocre tenista disputa contra el primer abonado.

Puede ser porque al sentirnos personas del común nos identificamos y vemos como una posibilidad encontrarnos en una situación igualmente desventajosa de la que quisiéramos salir vencedores. Puede ser ese espíritu heroico que nos dice que sólo lo que cuesta sudor y lágrimas es merecido. O simplemente por ternura o lastima hacia el desvalido. Sea cual sea la razón pocas veces el que va perdiendo resulta ganador, pero cuando sucede es como si una empaquetada lección surgiera de la banalidad, como si de la idiotez de la competencia misma manara un prístino valor de supervivencia.

viernes, 19 de octubre de 2007

Netiquette

Así como antiguamente se llegaba a conocer de verdad a una persona viéndola comerse una naranja, ahora en esta sociedad de los cafés al aire libre el rito ha sido trasladado a la estrategia del manejo de las migajas. Porque así como es imposible resistirse a los hojaldrados también lo es comer sin con cada mordisco arrojar cientos de eslabones de harina por el aire.

Es como una forma de leer el tabaco sólo que aquí ni el pasado ni el futuro cuentan. Partiendo del hecho de la inevitabilidad e inalienabilidad de las moronas hay para todo: Los que con un bocado planeado las evitan inútilmente. Los que pareciera que se solazan en su reguero. Los que se concentran tanto en ir cazándolas con la última falange del dedo índice que olvidan su compañía. Los que acercan la bandeja a la boca para que allí caigan. Los que las recogen en la palma de la mano y se las llevan a la boca sazonadas con el limpiador de la mesa.

Se podría decir que hay tantos métodos como trenzas, roscas, tostadas, tortillas, cocas, monas, mantecadas, tortas, tartaletas, postres, barquillos, biscochos, obleas, pastelitos, galletas, ponqués, etc.

Que hambre.

viernes, 12 de octubre de 2007

Mazel Tov

Pese a que hay ocasiones en las que una magdalena nos transporta a miles de kilómetros al instante en el que las cosas no eran tan liadas, otras ni una hoja escrita con nuestras manos logra hacernos regresar a un deleite pasado.

Recogemos durante la vida una cantidad enorme de experiencias esperando que en algún momento de manera consiente sirvan para algo o de manera inconsciente nos hagan llorar. Recogemos diamantes en una isla desierta esperando el rescate, atesorando momentos para sentir nostalgia.

Ciertamente lo que no deja huella desaparece como si no hubiera ocurrido para regalarnos el placer de repetirlo. Uno olvida para de nuevo volverse a sorprender, para sentir que lo que se desconoce es más importante.

Haciendo rayitas en una pared de la memoria es posible sentir la lejanía del tiempo y se hace tan difícil volver a empezar, resetear el cerebro y disfrutar, no sentir un decaimiento porque el punto de comparación se queda quieto.

viernes, 5 de octubre de 2007

Fach

Para algunos la vida cambia constantemente, cada día todo comienza desde cero y las experiencias aprendidas se amontonan por salir a la luz en poco tiempo, piden un respiro y cuando finalmente lo tienen se fastidian.

Para otros permanece siempre igual, sienten que los días se hilvanan uno detrás de otro sin emociones, sienten que necesitan algo nuevo pero no hacen nada para conseguirlo, se desesperan pero no gritan y lloran sin saber por qué.

Cada una es una manera particular de mirar el mundo focalizándose solamente en la iteración de los latidos del corazón ya sea muriendo lentamente para no gastar el aliento aún cuando se consuma sin razón o sorbiéndolo a toda prisa hasta atragantarse. Es como elegir entre morir heroicamente ahora mismo haciendo algo meritorio o fallecer dentro de veinte años atorado con un champiñón dejando tras de sí una sopa sin terminar.

Como hoy en día todo es una construcción cultural e incluso lo que parece evidente se arregla con Photoshop, podría parecer que las sociedades que engendran devoradores del tiempo son unas y las que dejan aparecer telarañas en sus ilusiones son otras. Ahora que lo que se ve es mediado por los vicios de la inteligencia, la realidad es tan sólo un punto de vista tan respetable como cualquiera.

 
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