viernes, 27 de febrero de 2009

Juaz

La vida debería ser una revolución constante, en la que los postulados que la dirigen sean rebatidos toda vez que se afiancen. No permitir que la costumbre se convierta en la grilla para encaramar inseguridades. Justo cuando un dogma se configura un temblor comenzaría a desbaratar las posturas, las buenas maneras, los comportamientos políticamente correctos. La vida debería ser una sucesión de paradigmas rotos, una búsqueda permanente de la libertad mental.

 
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