viernes, 12 de septiembre de 2008

Elmer Fudd

Llega un momento en el que las cosas parecen no poder ir peor. Así se pensaría que cualquier movimiento en cualquier dirección mejoraría la situación, con un poco de paciencia ver el amanecer. Pero existe todavía un lapso en el que se pierde la esperanza, parado en la crisis se siente desfallecer, sin energías para soportar más de lo soportado. Sale como un hilillo, una risa burlona, luego una carcajada y finalmente el sentirse protagonista de una broma macabra del universo.

A la madrugada de una noche mojada, una comunidad de extraños trasnochados es capaz de compartir las desdichas con una apoteósica alegría más grande que todos los estereotipos de tranquilidad estandarizados, entonces algo del código genético descubre que para estarlo se necesita tan poco, sin embargo, la mayoría de las veces, simplemente el aturdimiento se toma como una borrachera y se continúa viendo la vida como un completo drama.

 
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