viernes, 19 de octubre de 2007

Netiquette

Así como antiguamente se llegaba a conocer de verdad a una persona viéndola comerse una naranja, ahora en esta sociedad de los cafés al aire libre el rito ha sido trasladado a la estrategia del manejo de las migajas. Porque así como es imposible resistirse a los hojaldrados también lo es comer sin con cada mordisco arrojar cientos de eslabones de harina por el aire.

Es como una forma de leer el tabaco sólo que aquí ni el pasado ni el futuro cuentan. Partiendo del hecho de la inevitabilidad e inalienabilidad de las moronas hay para todo: Los que con un bocado planeado las evitan inútilmente. Los que pareciera que se solazan en su reguero. Los que se concentran tanto en ir cazándolas con la última falange del dedo índice que olvidan su compañía. Los que acercan la bandeja a la boca para que allí caigan. Los que las recogen en la palma de la mano y se las llevan a la boca sazonadas con el limpiador de la mesa.

Se podría decir que hay tantos métodos como trenzas, roscas, tostadas, tortillas, cocas, monas, mantecadas, tortas, tartaletas, postres, barquillos, biscochos, obleas, pastelitos, galletas, ponqués, etc.

Que hambre.

 
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