viernes, 28 de septiembre de 2007

Ferrane

En la barra de un bar, de esos en los que no se oyen muchas voces, los ojos de algunos recorren los rostros intentando adivinar sus pensamientos, otros sin embargo miran el humo, las botellas, el vacio, con la mente tan blanca como puede estar sin dejar de respirar.

Pocos aceptan la idea de que la apatía es al final de cuentas un valor en estos días y aunque un solo acto no define una personalidad si la caracteriza, así que llega el momento en el que la vida ajena importa un ardid.

En un mundo en el que un pequeño porcentaje de la gente arma necesidades culturales a medida que más tiene y la mayoría no sabe ni siquiera que es una necesidad el desinterés por el prójimo llega más que por costumbre. No sólo por el que arrastra una bolsa de fique llena de cartón sino también por el que conduce un Mazda queriendo un Audi.

Las personas no simplemente están locas, creen que tienen una razón para salvar vidas y para acabarlas, que sería del arte sin tanta inspiración. Existe la realidad antes de verla e incluso si nunca la vemos.

 
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