viernes, 9 de enero de 2009

Cola de pavo real

El cerebro no diferencia entre lo que ve en el medio ambiente y lo que recuerda porque dispara las mismas señales. Entonces si de experimentar se trata la vida somos unas máquinas recolectoras de memorias, unos entes planeados para guardar lo vivido desde una óptica particular. Nadie puede vivir por otro, no solo porque la cultura media las expectativas frente a los fenómenos sino porque es a través de los sentidos que el mundo cobra vida. ¿Cómo saber que el rojo es el mismo para todos? Mientras a unos les aterra su referencia a la sangre para otros será símbolo de liviandad. No hay recuerdo malo, solo incapacidad para integrarlo como espejo de las posibilidades.

 
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