viernes, 17 de febrero de 2006

Likebana

Esta mañana, un águila dio tres vueltas al campamento y luego voló hacia el sol naciente. ¡Un presagio así solo significa que hoy será un buen día para nosotros!

Abrir las persianas al despertar, cepillarse diez veces cada diente, bañarse primero el cabello, una porción de fruta al desayuno, las agujetas simétricas, perfume detrás de los codos, persignarse antes de cruzar la puerta, revisar tres veces que los cerrojos quedaron, bañarse las manos más de cinco veces al día, un cigarrillo cuando hace frío, comerse primero la carne, subir el volúmen en cada trancón.

Los griegos veían en el volar de cuervos o en el espesor del vino un presagio (oscuro por demás) para ensalzar sus batallas.

Es preferible a veces delegar la tarea y pensar como Jacques el fatalista que todo allá arriba de alguna manera ya está escrito. No se trata sólo de lo que millones de personas esperan de subjetivo en un horóscopo de 12 signos.

Sin embargo, volvemos rutina las cosas monótonas para no enloquecer y convertimos en rito lo que nos brinda diminutos placeres que sumados dejan los mundos personales en equilibrio. Es una forma de cargar con algo místico lo que simplemente ocurre.

Arrancarle al universo las cosas que siempre han estado presentes pero que de una u otra manera no nos son reveladas hasta que no estamos preparados para recibirlas.

 
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