viernes, 5 de mayo de 2006

Cal y canto

No se que es mejor si el olor a moho de los libros viejos o el de tinta y pegante de los nuevos. Aunque con la vida de hoy basta con tener tiempo para leerlos.

Pese a que a veces sean necesarios ciertos elementos para conjurar el momento, la mayoría de las veces es suficiente la curiosidad y el deseo.

Teniendo presente lo que decía Borges, que tal vez sea uno el que no está preparado para leer ciertos libros:

¿Quién no ha sentido

La satisfacción de comprarlos y al fin en absoluta soledad destaparlos y ver sin leer al pasar sus hojas rápidamente su mundo a punto de ser descubierto.

El fetiche de acumular libros, de tocarlos, olerlos, ordenarlos y sentirlos como seres vivos que se lastiman con el polvo y las manos descuidadas.

La terrible contradicción de querer saber qué pasa más al final y a la vez lamentar que se acabe la historia.

La sorpresa de ver un pensamiento íntimo escrito por alguien más. Una teoría que se creía propia sustentada desde hace milenios.

La boca arenosa ante una buena descripción o la repulsión ante un acto depravado.

Una especie de vacío cuando sucede algo inesperado.

La incapacidad de imaginarse algo por fuera de la historia que en las páginas no está.

Que una frase le cambió la vida para sencillamente olvidarla.

El llanto, la tranquilidad y hasta la rabia al cerrar la última página y volver a la realidad.

Que en los libros aún existen valores más grandes y heroicos que el poder.

No hay nada mejor que

Olvidarse del mundo y transportarse, no para olvidar los problemas o viajar sin dinero sino para vivir completamente otra vida, otra época y aprender.

Acariciar la perfecta suma de palabras donde uno se pregunta si esta es la primera vez que se encuentran.

Decir "un capítulo más" y quebrantar una y otra vez la promesa de sueño.

Envidiar un amor tan grande o un ingenio tan malévolo.

Leer y releer un buen pasaje.

Perderse en la belleza de una mujer o un paisaje.

Reconocer una intertextualidad ingeniosa.

Dejar nebuloso el rostro de un personaje para no terminarlo de descubrir.

Entender que los mejores amores se dan a primera vista.

Después de muchos años no recordar sino una pequeña escena del libro entero y desear leerlo de nuevo.

Pasar la última hoja y sonreír, satisfecho.

Quien no se ha

Identificado con un personaje.

Abandonado al arbitrio de las palabras y su ritmo.

Agazapado con los ojos cerrados en un momento narrado.

Descubierto recitado en voz alta un diálogo.

Quien no ha lamentado

Salir a la calle y descubrir que el mundo real es más aburrido y simple.

No tener dinero para comprar más a sabiendas de no tener suficiente tiempo para leer más.

Los límites del cuerpo que debe descansar e impide leer toda la noche.

 
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