viernes, 2 de junio de 2006

I feel awful inside

Un secreto es una cosa mantenida separada de la vista o del conocimiento de los demás. Es un asunto grave no divulgado, poco sabido o ignorado, guardado con sigilo en un inmaterial escondrijo.

Así como hay personas a las que les gusta observar y a otras exhibir, existe dentro de todos la necesidad por reservar lo propio y escudriñar lo ajeno.

Históricamente los hombres están supeditados a ser poco expresivos con sus emociones y por ende a callar. Las mujeres entretanto tienen mejores amigas y menos fantasmas.

Más allá de las redes de inteligencia que les dan de comer a los agentes secretos, está la infinita curiosidad que nos mantiene pendientes de la vida ajena.

Vicios, humillaciones y pensamientos sobre los demás son mantenidos en un misterioso cuarto de nuestro cerebro, el más alejado de nuestra boca. Sin solemnidad ni ceremonia pública velamos lo que no se puede revelar.

Los desencantos que nunca se olvidan pasan a formar parte de nuestro inconciente. Lo oculto en nosotros nos define más que nuestros actos o nuestra apariencia.

Finalmente, cuando en nuestro camino aparece alguien que merece conocernos, confiamos en él la expiación, porque compartir secretos es como confesar pecados, secretarlos.

 
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