viernes, 21 de julio de 2006

Pompas de jabón

Escuchaba que si New York tuviera la misma densidad de población que Alaska tendría 25 personas, y eso, aparte del valor descriptivo parecido a comparar el grosor de un baobab con un humano sólo nos asombra, pero seguro que esas 25 personas imaginarias se conocerían, sabrían las necesidades e intereses de los demás.
No es sólo esa conciencia oceánica de alejar el zoom y buscarse en una ciudad de 180 mil hectáreas, millones de habitantes y otro tanto de autos, luego en un planeta cubierto por agua en medio de una galaxia demasiado privilegiada para osar no creer en un demiurgo y al fin ver el universo y saber que si no fuera por la reflexión del sol ni tan siquiera brillaríamos porque toda esa industriosa tecnología sólo ilumina pocos metros por encima del ego.
Es aciago sentirse insignificante porque la desesperanza impide incluso tender la cama en la mañana, otras veces es un camino fácil para desembarazarse de la responsabilidad por no hacer nada para que el mundo mejore.

Sin embargo, si la vida es tan corta se debe aprovechar al máximo, si somos tan diminutos y la contingencia de nuestra vida es tan grande porque no sentirnos profundamente agradecidos con el infinito por ese sobrecogedor azar.

Las playas no existirían si todos los granos de arena se sintieran vacíos.

 
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