viernes, 27 de abril de 2007

Tales

Aunque nadie lo recuerde, durante un periodo de nuestras vidas apenas si sabíamos respirar, pasamos lentamente de ser unos babosos dependientes de afecto, comida y cuidado a unos adultos con las mismas necesidades más sofisticadas. Duramos más que ningún otro animal aprendiendo lo suficiente para ser autónomos y aún más conociendo lo que no se sabrá.

Tener la conciencia existencial de que la combinación de experiencias, azares y oportunidades moldea de manera única a una persona permite entender la necesidad de especializarse.

Y llega el día en que dos personas paradas frente a una obra maestra reconocida por miles como tal sienten un estremecimiento, una porque esa mezcla de argumentos culturales logra hallar múltiples conexiones, la otra sin tanto perendengue siente lo mismo, sin entender muy bien porque la belleza lo agrede sabe algo sin nunca haberlo aprendido.

 
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