viernes, 6 de mayo de 2005

La vida soñada de los angeles

Estoy convencido de que el cielo es el placer y que se habla con Dios en ese instante perdido en el tiempo y en el espacio que es el orgasmo. Ese límite entre el amor y el deseo en el que no se puede superar ninguna emoción porque están contenidas todas en un lugar que no es el cerebro.

Pero y entonces para aquellos para los que el sexo no es más que placer pre-arrepentido y culposo tres veces por semana e incluso para los que son felices por desconocimiento, cómo pueden tener postulados definitivos sobre lo que es vivir; porque está bien atiborrarse de comida en Friday's, descansar en la hierva (o fumársela) o ver todo un domingo televisión, pero es siquiera eso merecedor de llamarse disfrute?

No es un elogio sibarita a la lascivia ni una ofensa a sentirse bien con exiguos placeres, es la queja calma y nostálgica de una persona que se cansa de vivir en un mundo imposiblemente monótono lleno de terror y ganas por lo que palpa pero no aprehende.

¿No es la realidad un drama calamitoso por decir lo menos?

No trágico porque no es elevado y llevarle la contraria a un sempiterno dios no es posible, no sólo porque al dios ya no le importan nuestros actos sino que ellos parecen ya no tener el don de fundirnos con un rayo.

 
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.