viernes, 14 de octubre de 2005

Umbral del deseo

Y claro que pasan los años y la barriga crece, salen pelos donde antes no salían y además blancos, la piel se arruga y se vuelve flácida. El ceño se frunce más a menudo y esa expresión que rebota al bañarnos la boca se hace progresivamente malhumorada. Las rutinas se hacen monótonas y esas personas que llevan a nuestro lado tanto que ya no se recuerda desde hace cuanto son como espejos.

Los hombres viven más que sus padres, tienen más cultura que ellos, y tienen la oportunidad de transgredir leyes naturales con más facilidad y más dinero. Lo nuevo da miedo porque la costumbre de lo viejo es cómoda, no hay que moverse ni pensar.

Los mayas imprimían muescas en un palo para recordar lo que los había marcado en su existencia. Todo el conocimiento que posee un pueblo no se da de la noche a la mañana, sólo se aprende de las caídas, y a veces no son suficientes las heridas que nos dejan para no volver a repetir el mismo error.

Hoy en día no es necesario ser feo ni estar lleno de cicatrices para querer borrar la experiencia. Cada parte de nuestro cuerpo guarda en su forma no sólo algo de nuestros abuelos sino también un resumen de nuestra vida.

Los médicos tienen que comer, se especializan en cirugía y se encargan en nuestros días de despedazar a la gente. Claro que hay victimas de la violencia que sinceramente necesitan decenas de operaciones para cumplir con el mínimo de funciones que la sociedad les exige para no ser desplazados como los ancianos.

Pero si la evolución no le dio a una mujer de 18 años unos senos 34b perfectamente redondos y una nariz respingada, seguramente la doto de otros elementos que la hacen bella y muy seguramente inteligente.

Hay trabajos que requieren un cuerpo atlético y eso sumado con una baja autoestima y una personalidad definida por los anuncios publicitarios hacen que el que pueda inconforme totalmente con lo que tiene piense que porque no se parece a alguien más quiera ser otro y sencillamente se opere.

Parece que los realitys magnifican el hecho de que casi nadie está a gusto con lo que ha llegado a ser.

 
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