viernes, 13 de enero de 2006

Siete alcantarillas

Existe una clase de gente que ha estudiado, que ha viajado y posee una cultura aceptable, sin embargo, su vida nunca deja de ser vacía.

No se quejan del mundo en el que viven porque poseen una burbuja que los mantiene flotando, sordos. No se dan cuenta cuando es suficiente. Cuando el bienestar económico se equipara a la felicidad.

Desearían que como en una novela de Burroughs o Saramago desapareciera la necesidad de dormir. Vivir en un mundo abierto las 24 horas para poder producir hasta morir. Toman una postura en la vida y se amoldan a su entorno sin criticarlo.

Son esos seres intolerantes que al final de las películas terminan castigados pero que en la vida real simplemente viven a espaldas de la pobreza y el desequilibrio del mundo.

Saben que el hambre está ahí, pero si viven en el octavo piso de un apartamento insonorizado del norte, si sólo salen para ir al gigantesco centro comercial y al gimnasio, ese mundo pobre no es el de ellos.

El de niños vendiendo dulces en los autobuses, adultos lavando parabrisas en los semáforos y ancianos pidiendo limosna. Familias para las que comer helado es un lujo.

Asusta más ese personaje frío y calculador con un coeficiente intelectual alto que planea meticulosamente su triunfo a expensas de los demás, que quien lastima por omisión. Aunque cada uno de nosotros no sólo es responsable de sus malas acciones, sino de todo el mal que provoca sin quererlo.

Tal vez tengan una vida colmada de trebejos con que adornarla y su única preocupación sería la imposibilidad de llevarse su dinero y poder a la tumba.

No pienso en Cuba como un afortunado paradigma de igualdad, pero vivir sin lujos no es propiamente vivir mal, el problema es conocer esos lujos e ir escalando en ellos para hacer del consumismo un vicio.

Una vida completa sabe más a fidelidad, y no sólo a una mujer sino a lo que se cree, no al ansia de cambiarlo todo cada vez que ve algo diferente (no necesariamente mejor). Con despreocupación, respirar profundo frente a la ventana viendo la aurora. Tranquilo.

 
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