viernes, 25 de enero de 2008

Pinta monas

Pasa que nos creemos imperfectos, físicamente elaboramos estereotipos de belleza, longevidad y resistencia que no se pueden alcanzar; espiritualmente fabricamos dioses con todas las características mágicas que soñamos; cuántica y religiosamente construimos emociones y razones para ratificar nuestra fealdad.

Encontramos a lo largo de nuestra vida una multitud de defectos tanto en nuestro cuerpo como en nuestra personalidad que comparativamente con otros no logran satisfacer la media universal y pasamos toda la vida intentando cambiarlos. Y como algunos de esos elementos son el esqueleto de nuestro ser los vemos como una incapacidad detrás de la cual sustentar nuestros miedos.

Uno de los complejos más extravagantes del ser humano es el de sentir que le falta algo, algo que se encuentra allá afuera y que debe hallar en el lapso de una vida, pero al final (y a veces sin lograrlo) se da cuenta que no estaba incompleto, que todo estaba dentro suyo y sólo hacía falta verlo.

 
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