viernes, 1 de febrero de 2008

Dream is destiny

A veces al alba, de en medio de las montañas se vislumbra una inmensa luna como si de un cuento de Calvino se fuera a caer sobre la tierra y a romperse en mil pedazos. Visiones como esta nos hacen pensar en las veces que nos maravillamos de las cosas habituales que ocurren aún cuando no estemos allí para observarlas (evadiendo la física de las probabilidades). Todo eso porque en un rango de tiempo que nos supera esos caprichos especiales del destino se convierten en elementos de un ciclo más grande. La naturaleza en su eterno brotar-crecer-florecer cambia muy despacio. Nos es difícil entender lo que supera nuestra finitud como especie, y aún así en cada vida se esconde ese germen a escala de lo que la vida debe hacer para madurar.

Cualquier persona tiene un momento de inspiración ya sea cuando maquina una infidelidad, un desfalco o cuando se queda absorto mirando al cielo. Ve en su imaginación lo que desea y aunque consciente de su condición irreal lo disfruta como producto de su singular deseo de satisfacer sus impulsos más pueriles.

No todos pueden nacer para presidentes, la sociedad necesita lustrabotas, personas que consuman su vida trabajando y pariendo hijos para que un número reducido de seres descubra cómo funciona el universo, para que invente maneras de ver la vida y lleven toda esa magia que ven en el claro de un bosque a un lugar en el que pueda ser visto por todos.

Sea como sea nacemos con un tipo de conocimiento acumulado que con cada generación se va haciendo más básico para llegar más lejos. La vida es demasiado larga para tantos amores y desengaños, triunfos y fracasos, sorpresas y decepciones; demasiado corta para vivir y además de ello recordar.

 
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