viernes, 27 de octubre de 2006

Sinfonietta

A veces reímos a carcajadas y no estamos felices, lloramos a borbotones sin estar tristes. Nos dejamos contagiar por la mezcla perfecta entre charada, gag y sarcasmo hasta que nos duele el abdomen, sentimos la tensión en los músculos de la cara y recordamos que esas líneas de expresión han sido gustosamente ganadas.

Hay veces que entendemos el ingenio de otros para sacar valor de la brutalidad, cuando logran arrancar risotadas de la crueldad, de situaciones que necesitamos purificar.

Pero hay ocasiones realmente excepcionales en las que sin tanta parafernalia sencillamente sonreímos. Como extrañamente satisfechos de lo que hemos vivido alcanzamos una efímera paz y logramos ver en cada cosa que nos rodea algo bello.
La mayoría de las veces sucede cuando tenemos cogida de la mano a esa persona que nos hace olvidar las sensaciones del mundo tangencial y se inventa uno para nosotros.

 
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