Bola roja
En un concierto para piano, la energía ímpetu y corazón que las manos transmiten al espectador como mariposas inquietas en el teclado pasa de ser una admiración por la técnica o un elogio por la magistralidad a convertirse en un abandono inconsciente del encadenamiento armonioso, continuo y rompiente de los sonidos. Reconocemos en ese virtuosismo todos esos años de experiencia y tradición que terminan en él y que a través del sacrificio del tiempo logra la perfecta unión entre lo que no puede evitar y lo que le gusta hacer explotar en belleza.
Es difícil defender la especialización de un asesino no porque los años de experiencia no lo hagan mejor o porque dentro de su campo no logre superar los precedentes y transformar las concepciones del oficio, sino porque el producto de su actividad fundamentalmente destruye además de la materia, las posibilidades no cumplidas de la vida truncada.